Escrito por Domingo Giordano Vélez
Dicen que los sucesos se repiten a lo largo de la historia, y si no se repiten en su totalidad, sí se pueden encontrar algunas similitudes. Y ese bien pudiera aplicarse en el caso del Instituto Nacional Electoral (INE), debido a que la forma de conducción de ese organismo federal se parece mucho cuando Hernán Cortés se afanaba en ampliar su poder más allá del Marquesado del Valle de Oaxaca.
Bajo esta lógica bien pudiera uno referirse al Marquesado del Valle Electoral, y que hoy está en manos del Marqués, Lorenzo Córdoba, secundado por su fiel paje Murayama, que justifican actos extralegales con una narrativa “democrática” de los nuevos tiempos; su señorío lo extiende mediante 32 Juntas de nobles que, a su vez, tienen a su mando otros 300 distritos, todo ello a nivel federal.
Pero como no le ha bastado, también, mediante un recurso legaloide denominado de asunción y atracción, y así como el conquistador extremeño, Córdova ha querido colonizar, casi en su totalidad, otros 32 organismos locales (Oples), con la argucia de “estandarizar” los procedimientos administrativos electorales.
Esto viene a cuento porque ya con los procesos electorales que hoy están en curso, el dichoso Marqués, ha entrado en verdaderas disputas, todo para marcar su territorio, y tratar en los hechos de ampliar su reinado, porque se ha visto que quiere suplir a los poderes, ya que, al legislar con sus acuerdos aprobados, busca suplir las funciones del Poder Legislativo federal.
Incluso, aun cuando sus funciones se circunscriben a la administración, desarrollo y vigilancia de los procesos electorales a nivel federal, ha mostrado su “plena autonomía” al no hacer caso de las determinaciones que han emanado desde el Poder Judicial, mediante el Tribunal Electoral; y en un verdadero desafío, también ha entrado en disputa por el espacio con el Poder Ejecutivo.
Si bien es un organismo de Estado, mediante sus resoluciones parece uno de gobierno, y si no fuera así, entonces sus determinaciones estarían fincadas en actos de congruencia legal, lo que no está ocurriendo.
Si bien, bajó de sus candidaturas a dos morenos, uno de Guerrero y otro de Michoacán, por incurrir en faltas “gravísimas” al no reportar gastos de precampaña, en otro caso no lo hizo así, aun cuando era la misma falta.
En ese aspecto, se sobre limitó y a dos les quitó la candidatura; esto es un acto de incongruencia, porque el candidato está imposibilitado de realizar ese acto administrativo, ya que es al partido al que le corresponde efectuarlo, por lo que, hasta como decía la recomendación del TEPJF, habría que valorar la falta, lo que al final no se realizó, sancionando tanto al partido como al candidato.
Y esa incongruencia la vemos en otra candidatura, porque cómo está eso de que la morena de San Luis Potosí incurrió en la misma falta y se le permitió que quedara registrada y realizara campaña en las tierras tuneras buscando la gubernatura.
Y para qué quiere tanto presupuesto, pues nada menos que para realizar gastos desmedidos, que son históricos, ya que al contar con un amplio presupuesto se pueden dar el lujo de echar a perder, pues en esa lógica es como se aprende, ya que no importa lo que se gaste, porque money, billullo, hay hasta para aventar para arriba, pero no para realizar una consulta.
Errores (el más reciente el de la selección para determinar la Presidencia del IEEM), gasto de tiempo, recursos, y argumentos falaces para, primero aprobar la convocatoria, y después el desarrollo del procedimiento, para concluir, entre líneas, que todas las prospectas eran medio malitas para el cargo.
Pues desde el principio la convocatoria se emitió sólo para mujeres, excluyendo a los hombres bajo el argumento falaz de mantener, se dijo, la equidad de género, sin embargo, si las cuentas no fallan, en el órgano electoral en este momento hay 5 mujeres y un varón. O sea ¿qué se entiende, o cómo entienden la equidad de género? Porque cinco son mucho más que uno.
Ah, pero con gran imaginación, después explicaron que era para mantener un principio que era el de la alternancia de género, aunque ese mismo argumento no fue utilizado en otros organismos donde también modificaron la integración y la renovación fue hombre-hombre, mujer-mujer.
En concreto, si se va por una nueva reforma electoral, se deberá de contemplar hasta la parte psicológica de quien, en su momento, se integre para conducir este tipo de organismos, porque el poder transforma a la persona, y máxime cuando se tienen ambiciones que rebasan aquellos actos que deben realizarse en el plano de la esfera pública.