Una tormenta perfecta vive el PRI del Estado de México porque en pocos días dejará de ser partido en el gobierno con el fin del sexenio “delmacista” y porque las corrientes internas se pelean por predominar una sobre la otra. En todo este zipizape hay un punto medio que tiene nombre y apellido: Eric Sevilla.
Llegó en febrero del año pasado con el aval del consejo político estatal y el voto de confianza de Alejandro “Alito” Moreno para cumplir con el periodo estatutario hasta finales de noviembre de este 2023. El jefe de partido es punto de equilibrio en los choques naturales de una democracia interna.
¿Qué se pueden pelear las facciones priístas? Es obvio, el poder por el poder mismo que les brinda “palomear” la lista de candidaturas a presidencias municipales y diputaciones; además de las cuantiosas prerrogativas que solo alcanzan para mantener la nómina y gasto operativo.
El PRI tiene el respaldo de casi dos millones de mexiquenses que se expresaron afines a su proyecto de gobierno el pasado mes de junio. Tiene la fuerza de su militancia con un liderazgo mesurado, pero con mano firme para poner orden en estos momentos que el “tricolor” sólo demanda UNIDAD.
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