Hay quienes predican en el desierto azuzando a la militancia priísta para dividir en un momento donde se necesita disciplina institucional y unidad, la fórmula que siempre le dio resultados al PRI. Eric Sevilla como jefe de partido tiene claro que el fuego amigo desde las tinieblas no es más que pólvora mojada. Inocuo.
Es cierto que se perdió una elección que disputaba la gubernatura, las más importante del país, pero las derrotas no son para siempre. Esta clase política priísta ya se había amodorrado, había caído en una zona de confort por casi 100 años en el poder y, sumado a otros errores, eso tuvo consecuencias. Nada es para siempre.
Las fuerzas vivas del partido están más puestas que nunca para competir, solo que algunos líderes anquilosados que, incluso, dejaron de lado el contacto con la base militante esperan a río revuelto la ganancia de pescadores. Se olvidan que hay un priismo disciplinado puesto más que nunca y que no se dejarán llevar por el canto de las sirenas.
Hay jefe de partido y militancia en la antesala de una nueva elección para renovar presidencias municipales y diputaciones. Esto demanda acuerdos y quizás cantarse sus pleitos directamente. Porque aunque se incendie la casa el humo no debe salir a la calle. Le deben mucho al partido que les dio su carrera política como para andar de díscolos.
Después del proceso interno del Frente Amplio por México se viene la tarea de formalizar una alianza electoral con PAN y PRD, pero eso ya será otra historia que contar del partidazo.